“Ya estuviste sentado en paz demasiado tiempo”
alude Gandalf al miedo y confusión que procedía de Bilbo.
Pero, ¿miedo a qué? ¿A los peligros de un nuevo camino?
¿A lo que pueda pasar y si afecta o no en él?
No, porque el temor a un camino doloroso es menos temeroso
que aquella misión a la cual debo encarnarme.
Sin embargo, ¿era hacedero aceptar un destino desconocido?
¿No bastaba quedarse en la comodidad que ya tenía?
Y todo cambió cuando en su interior sonó aquella voz que le decía
que su vida algo más grande suponía.
Y al abrir los ojos, el Hobbit luchó por un instante
con la incertidumbre de saberse completo o falto de algo importante;
era el claro inicio de un discernimiento que lo llevaría
a largo plazo a la reforma de su vida y un nuevo comienzo.
Como toda aventura hacia la voluntad,
un camino floreado no es lo que todos esperan
pero muchos anhelan.
Y partió, pero era la tentación de abandono que lo avizoraba,
en forma de enormes Trolls, Orcos y Huargos;
el camino recorrido y el sentido que a diario encontraba,
hicieron eco en su interior y contra estos atisbos
dejando el temor luchaba.
Era el momento también de hacer frente a una nueva bravata,
y se trataba de tomar las cualidades que una reyerta requería:
el conocimiento, la razón de sí mismo y la valentía.
El conocimiento de aquellos males –miedo y negaciones–
que tupían su camino hacia el encuentro de su verdadero ser;
la luz de la razón para el reconocimiento de esos males,
pero más aún del propio raquitismo que lo aferraba a lo terrenal,
y su propia fuerza (temperamento, defectos y habilidades);
y por sobre todo la valentía, a partir del reconocerse ínfimo
y con muchas debilidades, pero que de ninguna manera
podrían ser una detención para el descubrimiento de la verdad que se quiere alcanzar.
Y es así cuando su lucha interior
se ve reflejada en la forma de Gollum;
preguntas y respuestas que le dieron un escape
hacia otra etapa de este descubrimiento de la voluntad.
A pesar de que estas hazañas daban cada vez más
una forma a lo que su trayecto consistía,
había quienes no apostaban ni una simple hoja
a las potencialidades que Bolsón tenía.
Y lo demostró al sacrificar su vida
por aquel que en él menos creía.
Pero, ¿cuál era el motivo por el cual Bilbo persistía
en este trayecto, a pesar de no ser y sentirse él un plan perfecto?
¿Por qué insistir en un sendero al que fue llamado
pero desde el inicio fue ignorado?
Y la promesa de fortuna al final del viaje
no era el fragmento que él necesitaba,
sino el hecho de encontrar su verdadero papel en el mundo.
Y la claridad que en su cotidianeidad sudorosa
fue encontrando dieron cuenta de que no a esta tierra vino en vano;
era esto lo que sí necesitaba.
Fue así como el Hobbit sintió que aquello que atrancaba
su derrotero, no eran más que las pruebas que necesitaba
para conocer hasta donde su fuerza y corazón llegaban.
La duda y la incertidumbre inconcusamente
día a día lo custodiaban,
pero de algo Bolsón ya estaba seguro,
de que a pesar de que el camino podría en cualquier momento
tornarse de tinte oscuro, no era motivo de retroceso,
sino de saber aprehender y usar este suceso
para no ser parte de la maldad
que de esa esencia procedía.
¿Qué mejor cualidad que la de conocer
mi debilidad y saber usarla contra el mal?
Así es cómo a partir de este nuevo comienzo
el pequeño Hobbit se reencuentra con el sentido intrínseco
y saberse también como instrumento.
Y sin embargo no era la beneficencia propia
y futura la que impulsó su coraje,
sino la vulnerabilidad de aquellos que a pesar de ser fuertes,
solitarios se encontraban en un mundo salvaje.
¿Era entonces pesimismo o una verdadera necesidad?
¿Cómo difería este de una por sobre otra?
¿Cómo saber si era su verdadera misión?
Y aprendió que la concreción
de una etapa cómoda de su vida
no era suficientemente productiva
para lo que su interior anhelaba.
Aprendió que la inversión del tiempo para con el otro
no es el desperdicio de su propia vida,
sino aquello por lo cual significaba el existir.
Tal vez no es para todos una vertiginosa necesidad
el hecho de entregarse por el prójimo sufriente,
pero sí era para Bolsón una cualidad de la que todo ser racional
necesitaba ser consciente.
Cuán gratificante sintió su alma al saber
que dejaba de ser un ser “bizantino”
y empezar a vivir de una manera desemejante de la cual era indiferente.
El camino de Bilbo hacia la plenitud
tal vez no se había completado,
pero este trayecto espinoso,
duro y de batallas de por medio,
no había sido sinónimo de tiempo perdido,
sino de encuentro y crecimiento.
Encuentro con su misión,
porque tal vez a un fin último no habría llegado,
pero sí una cosa por hacer sintió con entrañable certeza,
y es que había caído en cuenta
que a pesar de tener la posibilidad
de quedarse en la mansedumbre de su comodidad,
prefirió aceptar su voluntad.
Así también creció, a partir de la experiencia dolorosa
creció en virtudes que tal vez su miedo impedían reconocer,
fuerza que su introversión no permitían explotar
y bravura que la inseguridad le prohibían emplear.
Su voluntad no era luchar por reconocimiento,
sino entregarse por completo a los demás sabiendo
que así lo podía hacer, no creyéndose un ser supremo,
mas sí un ser humilde y pequeño que por medio
de esta misión encontraría la salvación.
“Creer plenamente en la suficiencia de nuestras acciones vividas
no son muestra de la conclusión de nuestro camino,
sino la más clara señal de que nuestra misión
no es cumplir con una rutina general,
sino el hecho de ser la necesidad de aquel que no vive en paz.”
por Guillermo Carabajal
3 comentarios
Como anillo al dedo! Muchas gracias! Así me sentido yo como una asna q pegaba patadas x no querer seguir el camino. Tal vez x miedo, x saber a lo q me enfrentaba, pero triunfó el sí x saberme acompañada de Aquel q marca el rumbo.
Bellisimo muchas gracias, dota de sentido para nuestros tiempos que vivimos sin saber que es vivir, y es cierto, el darse a los otros (no sólo plenamente en nuestras actividades trabajo – estudio) sin reparo quebrantado la carne y saliendose del pensamiento del yo, nos unirá a una satisfacción del ser en la medida que se hizo camino en un redescubrirse.
Bellisimo muchas gracias, dota de sentido para nuestros tiempos que vivimos sin saber que es vivir, y es cierto, el darse a los otros (no sólo plenamente en nuestras actividades trabajo – estudio) sin reparo quebrantado la carne y saliendose del pensamiento del yo, nos unirá a una satisfacción del ser en la medida que se hizo camino en un redescubrirse.