Tolkien y las Maravillas de la Creación (Parte II): La Tierra Media y la Filosofía Medieval

“El motivo por el que el filósofo se parece al poeta es que los dos tienen que habérselas con lo maravilloso.”

(Santo Tomás de Aquino)

Si afirmamos que el propósito del arte (o al menos uno de ellos) es expresar ideas, interpretaciones, pensamientos; podemos decir también sin pudor que está íntimamente ligado a la filosofía. ¿Quién es el que se dedica a analizar el pensar y señalar verdades sino el filósofo? Fueron ellos quienes, a lo largo de la historia, dedujeron y plantearon principios y conceptos, compartiéndolos al mundo. En otras palabras: Filosofía y Arte se apoyan mutuamente, una deduce la idea y la otra la expresa. Very sencillo.

En este punto dirán “Okey Juglar. ¿Y estas fumadas que tienen que ver con Tolkien?”. Pues amigos, estoy seguro que estas cuestiones Tolkien las tenía más claras que todos nosotros. Capaz es menos lúcido en sus obras más célebres (“El Hobbit” y la trilogía), pero los estudiosos y conocedores han señalado con admiración cierta influencia de los razonamientos de la ciencia filosófica en la bibliografía del Profesor, sobre todo en el primer episodio de “El Silmarillion”: Ainulindalë.

No voy a detenerme respecto a los detalles de este bello relato, pues el buen Lord Findel ya lo ha hecho espléndidamente en su último artículo. Solo me voy a centrar en mi punto: por un lado, enriquecer su lectura de Tolkien, otorgándoles herramientas y perspectivas que ayuden a percibir la integridad y la espléndida –ESPLÉNDIDA– plenitud del legendarium tolkieniano (y por qué no, afianzarse más a su legado). Por otro lado, permitirá reafirmar la defensa del “Tolkien católico”, como el espacio de Sr. Bombadil viene trabajando hace rato.

Y es que tan clara parece que la tenía, que tuvo la agudeza de acudir a quienes significaron el culmen de la ciencia filosófica: los medievales. Y con eso, reivindico el lugar de la Edad Media, desmontando todos los prejuicios y creencias que nos han inculcado de “medievales oscurantistas e ignorantes”. Para nada. Filósofos como San Agustín, San Anselmo, Santo Tomás de Aquino y Juan Duns Escoto dan prueba innegable del esplendor intelectual que primaba en ese período.

Ya hechas esas observaciones, pasemos a la cuestión. Aclaro que estas son las concepciones hasta las que pudo llegar mi formación. Lo que “Ainulindalë” tiene de hermoso, lo tiene también es de penetrante, por lo que no me sorprendería que hubiese más filosofía resguardada por ahí. Por ende, el tema está abierto a nuevos agregados.

Punto 1: Los Ainur de Orígenes y Escoto Eriúgena:

“…y primero hizo a los Ainur, los Sagrados, que eran vástagos de su pensamiento (…) Entonces les dijo Ilúvatar: -Del tema que os he comunicado, quiero que ahora hagáis, juntos y en armonía, una Gran Música.”

(Tolkien, 2001)

Ya de entrada Tolkien traza su primera línea. Primero, el mundo es creado. Segundo, existe Eru/Ilúvatar, que posee uno y cada uno de los atributos divinos (unidad, eternidad, omnipotencia, etc.). Y tercero, los Ainur. Aunque es muy curiosa la cuestión de la Música, la idea de los Ainur no lo es menos ¿vástagos de su pensamiento? Detengámonos ahí.

La cuestión remite a la primera concepción de los primeros medievales, lo que incluye la Patrística (s. I) y la Alta Edad Media (s.VI). Nos remiten a las interpretaciones del sabio Orígenes (c. 184-c. 253), Padre de la Iglesia. Orígenes parte del siguiente dilema: ¿Cómo puede ser que algo tan imperfecto como lo es la materia, haya sido creada por Dios? Pues esta cuestión es zanjada desde la siguiente lectura: Dios no crea el mundo, o al menos, no lo hace directamente.

Orígenes de Alejandría

En el “Tratado de los Principios”, expone su punto: Influenciado por el platonismo, Orígenes concibe una jerarquía, donde Dios concibe a su primogénito, el Verbo, que es vástago de su pensamiento, y este a su vez crea lo que son las “especies espirituales”, que no son sino otros verbos, formas de lo que más tarde sería el mundo material. En ese sentido, hubo una suerte de “subordinación”, donde el Padre crea a través del Hijo, y el Hijo es un intermediario entre dos mundos.

Lo mismo más tarde sostendrá otro intelectual, Juan Escoto Eriúgena (c. 810-c. 877), en su obra “Sobre las Naturalezas”, y que coincide aún más con el capítulo de “El Silmarillion”: “Están las causas primordiales, que han sido creadas en el Principio por la única Causa Creadora, y estas crean a todos los seres que se encuentran bajo ellas” (Eriúgena, 2014). Al igual que Orígenes, Eriúgena sostiene la existencia de un intermediario entre Dios y el mundo, que son esas “causas primordiales”, que no son sino entes espirituales, como una suerte de seres angelicales, que nacen de su pensamiento y a través de las cuales crea la materia.

¿Acaso no les recuerda, esta concepción del Verbo de Orígenes, y las causas primordiales de Eriúgena, a los Ainur creados por Eru? Esta fue la concepción de los primeros sabios de la Edad Media, aunque luego sería refutada por autores como San Anselmo y Santo Tomás. No significa que Tolkien compartiera estas ideas, mas sin duda fueron de gran inspiración para la elaboración de su obra…

Parte II: La Música y San Agustín:

“Entonces (…) empezaron a convertir el tema de Ilúvatar en una gran música; y un sonido se elevó de innumerables melodías alternadas, entretejidas en una armonía que iba más allá del oído hasta las profundidades y las alturas…”

(Tolkien, 2001)

No desde los medievales, sino desde los griegos, es que la música resultaba ser fundamental para la formación del hombre. ¿Y por qué? Pues amigos ¿No es la música la clara expresión de orden, de armonía, de equilibrio? Con la instrucción musical, el ser humano llega a una comprensión de la recta disposición y de la complementariedad del cosmos. Sin ir más lejos, muchos desconocen que en los primeros inicios del medioevo, las melodías y los cánticos se componían teniendo como base el curso y el movimiento de los astros, a fin de sintonizarlos con el orden dispuesto por Dios en el mundo.

San Agustín de Hipona

Uno de los que más indagó en el arte musical fue el magnífico San Agustín. El doctor de la Gracia siempre confesó cómo su alma se conmovía con fervor ante el canto de los salmos. Para él, los estudios de las artes liberales (entre ellas, la música) poseen un valor enorme en el crecimiento de la persona, pues hacen que alma se embellezca y se armonice (San Agustín, 1969), bajo un propósito: “La música tiene una única tarea primordial (…) debe conducir al alma a reconocer que las cosas terrenas están subordinadas a las celestes” (San Agustín, 2007).

Visto de ese modo, tiene mucho más sentido que Tolkien haya elegido a la música como el instrumento usado para la creación y ordenación de las cosas. Y ahí saltamos a la última cuestión…

Parte III: Melkor y San Agustín:

“Y tú, Melkor, verás que ningún tema puede tocarse que no tenga en mí su fuente más profunda, y que nadie puede alterar la música a mi pesar. Porque aquel que lo intente probará que es sólo mi instrumento para la creación de cosas más maravillosas todavía…”

(Tolkien, 2001)

Este es sin duda, una de mis frases favoritas de la obra del Profesor. Pues acá revela como nunca un desafiante y penetrante cristianismo, basado en una verdad: la omnipotencia de Dios.

Ante aquellos que creen que Tolkien engendró un dualismo entre el bien y el mal, propio de la New Age, este fragmento lo desmiente absolutamente. Acá lo que hay es una clara inspiración agustiniana. Fue San Agustín quien rompió con la interpretación de bien y mal del maniqueísmo, e incluyó al mal dentro del orden divino: “al nacer el mal fue sometido al orden divino” (San Agustín, 1969). Si bien Ilúvatar no deseó el mal provocado por el rebelde Melkor, no lo detuvo, pues era pieza clave de la armonía del mundo creado por los Ainur. Y aunque el simple ojo humano no lo ve, al contemplar la obra en su totalidad se puede concebir el orden. “Dios hace que los mismos males sean en cierto modo necesarios. De este modo… por la combinación de cosas contrarias… se produce la hermosura universal del mundo” (San Agustín, 1969).

Esta concepción no es solo puramente cristiana, sino además totalmente esperanzadora para quienes esperamos la eternidad.

Conclusión:

J. R. R. Tolkien

Mucho es lo que Tolkien ha escrito, y que se puede desmenuzar durante años y años. Acá solo presenté una pequeña parte de todo un legendarium, claramente dispuesto con gran dedicación y sabiduría.

El arte está orientado a expresar verdades. Más específicamente, está llamado a expresar la Verdad. Lo sabían los poetas de antaño. Lo sabía Platón. Lo sabía Aristóteles. Lo sabían todos los sabios de la Edad Media. Y apuesto a que el Profesor también lo sabía.

Y antes de que vengan los hípsters posmodernos críticos de cuarta a responder escandalizados “Ay no, pero el arte es relativo”, “Oh, pero el arte es libre”; déjenme afirmar que no, el arte no es relativo. Pues, como bien explica Aristóteles: “La epopeya y la poesía trágica, y también la comedia y la ditirámbica, y en su mayor parte la aulética y la citarística, todas vienen a ser, en conjunto, imitaciones” (Poética, 1447ª 14-16). La poesía, la pintura, la escultura e incluso la música son “imitación”, son una interpretación de un orden y una armonía que se despliega en la realidad de las cosas. Y más perfecto serán esos versos, o ese lienzo, o aquella melodía, en cuanto su imitación sea más exacta y precisa. En ese sentido, el arte expresa un orden, una realidad… una verdad.

Esa verdad, esa maravillosa Verdad, es con lo que se tienen que haber el filósofo y el poeta. Es con la que la tuvieron que haber la Filosofía Medieval… y hasta Tolkien.

BIBLIOGRAFÍA:

  • TOLKIEN, J. R. R., “El Silmarillion”, Minotauro, Barcelona, 2001.
  • SAN AGUSTÍN, “Del Orden”, BAC, Madrid, 1969.
  • SAN AGUSTÍN, “Sobre la Música”, Seis Libros, Madrid, 2007.
  • ORÍGENES, “Sobre los Principios”, Ciudad Nueva, Madrid, 2015.
  • GILSON, ÉTIENNE, “La Filosofía en la Edad Media”, Gredos, Madrid, 1989.
  • ERIÚGENA, JUAN ESCOTO, “Sobre las Naturalezas”, EUNSA, Universidad de Navarra, 2014.

Tags: , , , , , , ,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *