por José Moviglia
El nombre de Tolkien invoca un rango amplio de atributos admirables. Para muchos, Tolkien es el padre fundador de la fantasía épica, un género que ha marcado drásticamente el rumbo de la literatura contemporánea. Otros lo ven como uno de los mejores novelistas del siglo XX, no solo por su popularidad masiva, sino también por su talento estético. Algunos incluso lo estiman como uno de los autores cristianos más importantes de los últimos tiempos debido a su capacidad de transmitir imaginativamente una cosmovisión abierta a la trascendencia. Pero pocos atribuirían al nombre de Tolkien una etiqueta con la que él mismo probablemente se haya sentido identificado: poeta.
Sin embargo, cualquiera que haya recorrido los bosques inmensos de los muchos volúmenes que integran su obra verá rápidamente la prominencia que tiene la poesía en Tolkien como artista. Sus obras más conocidas, El señor de los anillos y El hobbit, están repletas de poemas, al punto tal de que algunos lectores tienden a sentirse confundidos por su aparición tan insistente. Si uno indaga en los demás textos de su Legendarium mitológico, sobre todo en libros como Las aventuras de Tom Bombadil o Las baladas de Beleriand, encontrará aún más casos. Incluso, por fuera de sus escritos fantásticos, como sus ensayos de crítica literaria o sus estudios filológicos, se observa un efecto similar.
Como testimonio de esta importancia de la poesía en Tolkien, los académicos Christina Scull y Wayne Hammond publicaron en 2024 una colección de sus poemas titulada The Collected Poems of J. R. R. Tolkien. Tal es la magnitud de esta colección, que debió realizarse en tres volúmenes y alrededor de unas 1600 páginas en total. Se estima que aquí hay por lo menos 240 poesías. Varias ya habían sido publicadas dispersamente en otros libros, excepto setenta de ellas que nunca habían sido antes accesibles al público. Asimismo, debe tenerse en cuenta que este compendio no incluye muchos de los poemas en sus novelas, y, por lo tanto, se puede argumentar que la obra poética de Tolkien es todavía más imponente que lo que esta colección muestra. Tan solo contando los textos poéticos de El señor de los anillos, se agregarían entre 61 y 75 entradas más al conjunto.
De todos modos, el peso de la poesía tolkieniana no solo es impresionante en cantidad, sino también en calidad. A través de sus poemas, el ingenioso filólogo inglés supo trabajar con una enorme diversidad de géneros, estilos y técnicas. Hay acertijos, elegías, profecías, encantamientos mágicos, baladas y narraciones de mitos arcaicos. Algunos forman parte del entretejido de sus historias fantásticas. Otros proveen nuevos relatos de leyendas tradicionales, e incluso hay algunos que se deleitan sobre todo en juegos de palabras y giros humorísticos.
Una de las virtudes de esta variación cualitativa es la sensación de profundidad (feeling of depth) que le aporta a sus mundos imaginarios (o, como él los llamaría, mundos secundarios). Por ejemplo, la poesía que Tolkien pone en boca de los hobbits es sencilla tanto en contenido como en forma y reminiscente de las canciones folclóricas del campo inglés. Por otro lado, los poemas entonados por los habitantes de Rohan son más sofisticados en su estilo y emulan ciertas características típicas de los textos heroicos y elegiacos escritos según la métrica del inglés antiguo (Old English).Este último punto señala un hecho muy curioso de la forma en que Tolkien realiza sus poemas: el recurso repetido a formatos del pasado. Esto puede consistir en el uso de técnicas como la aliteración (repetición de sonidos de consonantes iniciales), la cual solía ser la forma estándar de la poesía germánica durante la temprana Edad Media. Ella puede ser observada en algunos de los momentos más emblemáticos de la saga del Anillo Único, como el Lamento de los Rohirrim o el canto funerario de Aragorn en honor a Boromir. Los dos a su vez están basados en poemas anglosajones medievales: respectivamente, la elegía The Wanderer y el canto funerario al rey Scyld al inicio de Beowulf. La expertise de Tolkien, como profesor de inglés antiguo y filología germánica, seguramente iluminó muchas de sus decisiones artísticas en este sentido.
El lamento de los Rohirrim (Tolkien, 1991)
Where now the horse and the rider? Where is the horn that was blowing?
Where is the helm and the hauberk, and the bright hair flowing?
Where is the hand on the harp-string, and the red fire glowing?
Where is the spring and the harvest and the tall corn growing?
They have passed like rain on the mountain, like a wind in the meadow;
The days have gone down in the West behind the hills into shadow.
Who shall gather the smoke of the dead wood burning?
Or behold the flowing years from the Sea returning?
¿Dónde están ahora el caballo y el caballero? ¿Dónde está el cuerno que sonaba?
¿Dónde están el yelmo y la coraza, y los luminosos cabellos flotantes?
¿Dónde están la mano en las cuerdas del arpa y el fuego rojo encendido?
¿Dónde están la primavera y la cosecha y la espiga alta que crece?
Han pasado como una lluvia en la montaña, como un viento en el prado;
Los días han descendido en el oeste en la sombra detrás de las colinas.
¿Quién recogerá el humo de la ardiente madera muerta,
O verá los años fugitivos que vuelven del Mar?
Esta inspiración en el pasado también lo lleva a Tolkien a volver a contar historias tradicionales a través de poemas que usan formas antiguas, pero con un aire fresco y renovado. Uno de los casos más interesantes es el poema incompleto La caída del rey Arturo, en el que se emplea una métrica aliterativa con el fin de producir una ambientación poco frecuente para el ciclo artúrico. Otro ejemplo es el de las baladas de los Volsungs y de Gudrún, publicadas en el libro La leyenda de Sigurd y Gudrún. Según una carta que le escribió a su amigo y compañero poeta W. H. Auden, Tolkien se sirvió de estas dos historias medievales del mundo escandinavo y germánico para no solo encandecer de nuevo su encanto, sino también para “aprender el arte de escribir poesía aliterativa” (Tolkien, 2013, carta n° 295).
Si uno continúa la búsqueda, existen casos aún más curiosos en el corpus de Tolkien como poeta. Como amante de las lenguas, hubiese sido poco natural que su poesía quedase restringida a un único idioma. Sus poemas, por lo tanto, no fueron solo escritos en inglés moderno, sino que también existen algunos en inglés antiguo e incluso en gótico (el idioma hablado por los godos del siglo V). Sus propios idiomas construidos también fueron vehículos para este juego poético e interlingüístico. Tal era su dominio sobre el lenguaje, que incluso a veces se atrevía a traducir poemas de otros autores a estas lenguas muertas o inventadas. Un ejemplo divertido es el de su traducción al inglés antiguo del poema “Jabberwokcy”, proveniente de la secuela a Alicia en el País de las Maravillas. Aunque fue claramente un uso lúdico de su talento poético, resultó lo suficientemente desafiante como para que en el proceso terminase creando nuevas palabras.
Mucho más podría decirse sobre Tolkien y su poesía. Es una relación en la que también influyen todas las demás características de este autor, como la fascinación por la mitología o la erudición propia de un profesor de Oxford. El resultado es un genio poético único con un vasto repertorio que no deja de encender las llamas del gusto y la imaginación.
NOTA: dada la polisemia del término, aquí se utiliza el término “poesía” en su sentido más frecuente del habla ordinaria, es decir, como referencia una obra de algún género lírico o escrita en verso (aunque, como quienes están interiorizados en discusiones ociosas sobre taxonomía literaria probablemente sabrán, incluso estas definiciones son controversiales). No se utiliza la palabra en el sentido más amplio y probablemente menos conocido de “dimensión artística”, el cual remite a la etimología griego del vocablo (poiesis) y es desarrollado, en el caso particular de Tolkien, por Eduardo Segura. En caso de ofrecerse la oportunidad, se podría ampliar sobre esta cuestión en otro texto.
BIBLIOGRAFÍA
- Tolkien, J. R. R. (1991). El señor de los anillos: las dos torres. Minotauro.
- Tolkien, J. R. R. (2013). The Letters of J. R. R. Tolkien. Houghton Mifflin Harcourt Publishing.