Ralph, el artilugio de Sauron

Por Cid Ludovico

Estimados lectores, para quien no se haya percatado, hace tan solo unos pocos días la barca de la sociedad ha zarpado y ha izado la bandera de la demencia. No es extraño que se haya escogido tal paño, puesto que probablemente se haya visto conveniente elegir uno que refleje los colores del mar de locura sobre el que navega esta embarcación. La empresa que el salmón Ludovico ha empezado en estas líneas es la de intentar sublevar a parte de la tripulación para apoderarse del timón, y lograr encaminar este navío a la pequeña isla de cordura.

Puesto que se trata de un tema transversal para el hombre, se hará un esfuerzo extraordinario por ser claro y contundente. Antes de todo, es menester dar a conocer que la última intención del bufón Ludovico es ofender al lector o a todo aquel que no haya visto la malicia detrás del títere Ralph. Cualquier persona normal podría preguntarse: “¿Qué es este artículo? ¿Qué tiene de malo el video del pobre conejito Ralph?”. Veamos.

No hay ideología perversa más efectiva que la que se presenta bajo una media verdad (bondad). Ahora bien, si todos pudieran fácilmente ver la mitad mentirosa (maldad) de esa ideología, no habría ningún conflicto. Sin embargo, el problema es que la mitad verdadera irradia tanta luz que encandila a la gente y no deja que se vea su otra mitad a menos que uno haga un esfuerzo superior con la vista (y la razón).

¿Cuál es la media verdad de Ralph? La media verdad es que es inmoral hacer sufrir a un animal por diversión o para jugar o simplemente hacerlo sufrir gratuitamente. Y ¿cuál es la media mentira? La media mentira es la ideología que fundamenta el video; es el mensaje primordial que quiere transmitirse, el fin último de la campaña ¿y cuál es? El mensaje principal es el siguiente: los animales tienen igual dignidad que los hombres, y por tanto no puede experimentarse con ellos. O bien: si se puede experimentar con animales, entonces, también puede experimentarse con humanos, puesto que tienen igual dignidad. Para quien duda de esto, mire desde el minuto 1:05 al 1:11; o vea cómo usa las palabras “padre”, “madre”, “hermanos”; incluso tiene una casa como la de los humanos, un trabajo, y hasta se cepilla los dientes. No queda duda de la analogía entre el conejo y el hombre. Pero ¿cuál es el problema de todo esto? Los problemas son muchos, pero analizaremos simplemente dos.

Primeramente, es demoníaco que se esté tratando al hombre como a los animales. Esto puede verse, por ejemplo, en cómo se incentiva y financia el filicidio en el seno materno. Este es un intento de reducir la dignidad del hombre. Como nadie en su sano juicio apoyaría a un grupo de personas que exigiera “descuartizar bebés” (he aquí la media mentira), deben mutar y transformarse en una media verdad, como “dar derechos a las mujeres”. Y así, algunos hombres entregan a sus bebés a clínicas para que los torturen y maten. Por otro lado, esos son los mismos hombres que lloran al Ralph; que se escandalizan por el trato diferenciado a un animal. Estos hombres se rasgan las vestiduras y viralizan su reclamo en pos de la divinidad animal, mientras que pisotean y hunden hasta la más honda catacumba la propia dignidad del hombre. Esta es la rebelión del hombre contra el propio hombre. 

El segundo problema, y el más trascendental y el fundamental, es el enaltecer a los animales hasta la dignidad del hombre, o incluso más. Esto es muy malo y pecaminoso porque desafía directamente los designios de la Santísima Trinidad al crear al hombre a imagen y semejanza. Dios revistió al hombre con una dignidad y honor superior al de todo el resto de la Creación; y Dios nos dio el poder sobre todas las bestias de la tierra, del mar y de los cielos. Supóngase el caso hipotético en que toda la humanidad alcanza y adopta esta extraña ideología del veganismo y se evita toda explotación del animal bajo la premisa explícita o implícita de que los animales tienen igual dignidad que el hombre. En tal caso se estaría atentando contra Dios, no porque no comeríamos carne, sino porque estaríamos afirmando algo contrario a lo que Dios mandó. Si a uno le gusta el sabor de la carne o no, no es ningún problema. El problema grave está cuando subvertimos los designios de Dios, cuando nos rebelamos contra Él. Este argumento podría pensarse que sólo va dirigido a los lectores católicos. Sin embargo, el no procurar seguir el Mandato de Dios lleva a que se caiga en el problema primeramente planteado. Y no es de sorprender que el orden natural que se esgrime en el problema del párrafo anterior esté alineado con el orden sobrenatural. 

Pareciera que Gollum prefigurara a la humanidad en nuestros días. La sociedad ha ido conviviendo demasiado tiempo junto al Anillo único, y con el paso del tiempo ha ido cediendo a la perversión. Pero no sólo esto, sino que hemos ido olvidando las verdades más básicas, sepultando así el Sentido Común. Tal es así que nos toma demasiado esfuerzo por discernir la realidad de la ideología.

Finalmente, queridos amigos, para aquellos a los que no he logrado convencer, propongo un último argumento comenzando por una cuestión: ¿da igual quién ganara la guerra entre Gondor y Mordor? Si la respuesta fuera un “Sí”, me llamaría al silencio. Si la respuesta fuera “No”, entonces, demandaría su justificación. Y probablemente diría que Gondor y Mordor no son dos fuerzas iguales con conflicto de intereses; sino que señalaría correctamente que una facción pelea por el Bien, y que la otra facción lo hace por el Mal. De esta forma tan sencilla, se acaba de reafirmar que no todo es subjetivo, que no todo es una construcción social, que no todo es relativo, que no todo es cuestión de opresores y oprimidos, sino que existen los absolutos, y entre ellos existe el Bien y existe el Mal.

El pobre conejo Ralph es un artilugio de Sauron, otro de sus títeres, que es enviado a los pueblos a buscar servidores (que resultarán esclavos) para su señor. No es extraño este comportamiento en Sauron, ya que lo ha hecho con los distintos pueblos de la Tierra Media como lo narran Glóin y los demás miembros del Concilio de Elrond: “Más tarde, hace un año, un mensajero llegó a Dáin, pero no de Moria… de Mordor” (J.R.R.Tolkien, El Señor de los Anillos, 2012). Ralph es tan sólo una de las manifestaciones de Sauron; fueron enviados y serán enviados más embajadores con propuestas que se presentan como innovadoras y pacifistas, como una ayuda y avance  para el hombre, pero que en realidad son lobos que se esconden bajo piel de conejos. Ahora, es preciso que los que procuran erradicar el Mal y esparcir el Bien hagan lo que hicieron los miembros del Concilio de Elrond: por un lado, conocer el obrar del enemigo, y astutamente desarmarlo; y por el otro, procurar siempre ser un servidor del Bien. Por tanto, yo te demando: 

“¿Cabalgarás conmigo? Quizá nos abramos paso, o tengamos un fin digno de una canción”.  (J.R.R.Tolkien, El Señor de los Anillos, 2012)

FIN.

Cid Ludovico

Bibliografía

J.R.R.Tolkien. (2012). El Señor de los Anillos. En La comunidad del Anillo (pág. 338). Buenos Aires: Minotauro.

J.R.R.Tolkien. (2012). El Señor de los Anillos. En Las dos torres (pág. 187). Buenos Aires: Minotauro.

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