“Por la voluntad de un hombre muchos deben sufrir aflicción”.
Beowulf
Toda la obra literaria de J. R. R. Tolkien es una renovación de la épica desde el punto de vista de un escritor católico. Pensemos, por ejemplo, en El señor de los anillos, donde se fusionan magníficamente los pequeños y maravillosos valores que encontramos en un cuento de hadas con la espléndida heroicidad de las crónicas antiguas (fusión que, en mi opinión, solo podía hacer alguien que cree en la Encarnación). Pero el genio de Tolkien que dio como fruto sus grandes obras literarias también se desarrolló en su trabajo intelectual, y una parte de este es su estudio de la épica anglosajona. En los ensayos académicos de Tolkien podemos ya vislumbrar esa renovación de la literatura anglosajona, literatura de una época en la que el cristianismo acababa de asentarse en Inglaterra y donde culturalmente todavía predominaban valores paganos. En este artículo voy a centrarme en “La vuelta a casa de Beorhtnoth, hijo de Beorhthelm”, un ensayo sobre La batalla de Maldon publicado en 1953.
La batalla de Maldon es un poema anglosajón de autor y fecha desconocidos que narra los hechos acontecidos el 11 de agosto de 991 cerca de Maldon, en Essex. Allí, a orillas del río Blackwater, tuvo lugar una batalla entre los vikingos daneses que querían conquistar Inglaterra y los anglosajones. El enfrentamiento tuvo un trágico final para los ingleses: los vikingos arrasaron a sus enemigos y se apoderaron del territorio.
Del poema solo conservamos 325 versos, pero parecen ser el núcleo de toda la obra. Se centran en la figura de Beorhtnoth, eorl de Essex, comandante de las tropas anglosajonas. Tolkien lo describe de esta manera: “un hombre célebre en su tiempo: poderoso, orgulloso, audaz. En aquel entonces era viejo y canoso, pero vigoroso y valiente, y su blanca cabeza sobresalía de entre las de los demás hombres, ya que era excepcionalmente alto”.
Lo que conservamos del poema empieza contando cómo un heraldo de los vikingos se dirige a Beorhtnoth pidiendo un tributo a cambio de la paz. Beorhntoth, heroicamente, se niega a aceptar esta tregua:
Aquí está en pie con sus tropas un renombrado earl
que ansía defender su patria,
el país de Æthelred, el país de mi señor,
y a sus ciudadanos y territorios.
Antes nos reconciliarán las puntas y los filos,
una nefasta guerra, que daros ningún tributo.
Y así empieza la batalla. Los vikingos han desembarcado en una isla cuya única comunicación con tierra firme (donde están apostadas las tropas anglosajonas) es un estrecho puente perfectamente guardado por los ingleses. Así, cuando empieza la batalla, los daneses tienen que enfrentarse a los fieros defensores del puente, que los vencen rápidamente. Viendo que les será imposible derrotar a los ingleses de esta manera, los vikingos deciden “usar la astucia” y piden a Beorhtnoth que, en favor de un combate más equitativo, les permita cruzar al otro lado.
Cuando percibieron y observaron claramente
que allí se encontraban con implacables guardianes del puente
entonces comenzaron a usar la astucia, los aborrecidos huéspedes,
pidiendo el paso libre, el paso a la orilla,
cruzando el vado al frente de sus tropas de a pie.
Esto lo permitió el earl, debido a su arrogancia,
cedió demasiada tierra a un pueblo hostil.
Así, Beorhntoth cede el paso a los vikingos. A partir de aquí, el poema pasa a narrar la dura y larga batalla y la heroica resistencia de los anglosajones, hasta que la muerte de Beorhtnoth a manos de un enorme vikingo provoca división en la tropa. Muchos caballeros huyen, pero el heorthwerod de Beorhtnoth, su séquito personal, anima a los que quedan en pie con discursos acerca de la lealtad, el honor y la gloria. El fragmento que conservamos del poema termina con un último discurso pronunciado por Beorthwold (no confundir con Beorhtnoth), un viejo criado. De este discurso provienen los dos versos más famosos del poema:
“La decisión debe ser más firme, el corazón más fiero,
el ánimo mayor; cuanto menor nuestra fuerza”.
Estas líneas han sido consideradas, en palabras de Tolkien, “la más alta expresión del espíritu heroico del norte, nórdico o inglés; la más clara afirmación de la doctrina de la resistencia extrema al servicio de la voluntad indomable”. En general, los críticos sostienen que todo el poema es en realidad un extenso comentario a estos dos versos. En efecto, la intención de La batalla de Maldon es dar un ejemplo de resistencia heroica en la guerra, incluso en una situación extrema como la que se da en Maldon después de la muerte del líder. Se trata de una oda a la virtud en la batalla, mensaje que aparece especialmente bien reflejado en los discursos amonestadores de los súbditos de Beorhtnoth y en los dos conmovedores versos del anciano Beorthwold.
Sin embargo, en su ensayo, Tolkien aporta una nueva comprensión de La batalla de Maldon, interpretándolo como un extenso comentario a los versos 89 y 90: tha se eorl ongan for his ofermode alyfan landes to fela laþere theode. Según Tolkien, las palabras de Beorthwold no pueden interpretarse adecuadamente si no se leen en relación con la aclaración que hace el poeta cuando Beorhtnoth permite cruzar el puente a los daneses: “Esto lo permitió el earl, debido a su arrogancia (ofermode); cedió demasiada tierra a un pueblo hostil”.
Expliquemos esta teoría.
Tolkien cree que es necesario, en la épica anglosajona, distinguir entre heroicidad y caballerosidad. Podríamos ejemplificar esta idea con las dos decisiones que toma Beorhntoth en el fragmento que conservamos: la de negarse a aceptar la paz que le ofrecen los daneses y la de acceder a cederles terreno.
La heroicidad se da cuando, dada una situación de peligro, el individuo se comporta valientemente, cumpliendo con su deber a pesar de las dificultades. Así, la primera decisión de Beorhntoth en el poema es heroica: se niega a pagar tributo a los vikingos porque ceder significaría traicionar a su religión, a su patria, a su gente y a su rey.
Pero para Beorhtnoth “el honor era un móvil en sí mismo, y lo buscó aun a riesgo de colocar a su heorthwerod, sus hombres más allegados, en una situación realmente heroica, que solo con la muerte podrían redimir”. La segunda decisión de Beorhtnoth va más allá de la heroicidad y se convierte en caballerosa: decide conceder el paso a los vikingos no por necesidad, sino para que la batalla sea más equitativa, es decir, para obtener en ella mayor gloria. Esta segunda intervención está impulsada no por un sentimiento del deber y de amor a su gente, sino por un orgullo desmedido: “ofermode”, en inglés antiguo. Explica Tolkien que la palabra ofermode (arrogancia, temeridad, orgullo desmedido) no tiene una traducción exacta al inglés moderno, pero en anglosajón se emplea invariablemente con intención peyorativa: “ofermode es siempre una palabra de condena. En el poema, el sustantivo aparece solo dos veces, una aplicada a Beorhtnoth, y otra a Lucifer”. Por tanto, el poeta, al calificar a Beorhtnoth con este sustantivo, está haciendo una crítica severa -aunque no contradictoria con el respeto y el amor a su señor- al caudillo de los sajones. A causa de su ofermode, lo único que al final logra Beorhtnoth es poner en riesgo a sus hombres innecesariamente y facilitar, indirectamente, la victoria de los daneses.
Esto le sucede a Beorhtnoth por un “defecto de carácter”, propio no solo de este héroe en concreto sino de toda la aristocracia anglosajona. La élite del momento promovía una cultura cuyo valor más alto era el honor, el renombre, la propia gloria, hasta un punto exagerado que en ocasiones terminaba yendo más allá de lo estrictamente heroico. Este es un error del que la misma élite no se percataba y no podía librarse. Pero lo curioso es que el poeta que narra la batalla de Maldon sí que se percata del error y critica a Beorhtnoth con términos desaprobatorios como ofermode o “cedió demasiada tierra”. Tolkien explica que esto es así porque
los poetas, como tales, están por encima de la caballerosidad, o incluso del heroismo; y si dan alguna profundidad a su tratamiento de dichos temas, entonces, incluso a pesar de ellos mismos, estos modos y los objetivos hacia los que son dirigidos, serán cuestionados.
De hecho, este cuestionamiento no aparece solo en La batalla de Maldon, sino también en otros poemas como Beowulf o Sir Gawain: en ambos se dan situaciones en las que el protagonista toma una decisión temeraria por un orgullo desmedido y esto desencadena consecuencias trágicas para muchos, especialmente si el que toma la decisión equivocada es una autoridad de la que depende un gran número de personas.
Sin embargo, continúa Tolkien, el error de Beorhtnoth pone a sus subordinados en una situación realmente comprometida y en la que la única alternativa es huir o comportarse heroicamente, y por tanto el poeta lo emplea para ensalzar todavía más la virtud de los súbditos que resisten, a pesar de todo. El error del líder realza la heroicidad de su heorthwerod, que es lo que el poeta quiere destacar. El séquito de Beorhtnoth no podía ni debía decir nada acerca del error de su señor, pero sí que podía comportarse heroicamente y seguir luchando en defensa de su patria y su religión con más brío a medida que las dificultades y la debilidad crecen. Por eso la frase de Beorthwold es todavía más noble de lo que creen la mayoría de críticos: “La decisión debe ser más firme, el corazón más fiero, el ánimo mayor; cuanto menor nuestra fuerza”.
Lo que Tolkien nos enseña, esta vez en forma de ensayo, es que el verdadero heroísmo suele aparecer de forma inesperada, no cuando se busca voluntariamente; y que nunca se da en el orgulloso que busca la propia gloria, sino siempre en el humilde que tiene que defender a su amigo, a su pueblo, a su señor. Esto es algo que vemos también plasmado en El señor de los anillos; de hecho es uno de sus motivos principales: la lucha entre el los deseos de la propia gloria (la tentación del anillo) y el bien objetivo, que implica la renuncia y el sacrificio de sí mismo. Y creo que el personaje de Sam, por su especial humildad, es uno de los que mejor reflejan este mensaje. Sam no buscaba ninguna aventura. No estaba enterado de lo que sucedía más allá de la comarca. Pero amaba a su señor Frodo y amaba la Comarca, y esto es en todo momento lo que lo mueve a actuar. Por eso, cuando se enfrenta a la tentación del anillo, es uno de los únicos personajes que logra resistirla:
Fantasías descabelladas le invadían la mente; y veía a Samsagaz el Fuerte, el Héroe de la Era, avanzando con una espada flamígera a través de la tierra tenebrosa, y los ejércitos acudían a su llamada mientras corría a derrocar el poder de Barad-Dûr. Entonces se disipaban todas las nubes, y el sol blanco volvía a brillar, y a una orden de Sam el valle de Gorgoroth se transformaba en un jardín de muchas flores, donde los árboles daban frutos. No tenía más que ponerse el Anillo en el dedo, y reclamarlo, y todo aquello podría convertirse en realidad.
En aquella hora de prueba fue sobre todo el amor a Frodo lo que le ayudó a mantenerse firme; y además conservaba aún, en lo más hondo de sí mismo, el indomable sentido común de los hobbits: bien sabía que no estaba hecho para cargar semejante fardo aun en el caso de que aquellas visiones de grandeza no fueran solo un señuelo.
La humildad (“el indomable sentido común de los hobbits”) y su amor a Frodo salvan a Sam de caer en la tentación del ofermode, del “Samsagaz el Fuerte, el Héroe de la Era”. Si Sam hubiera caído en la tentación de la “caballerosidad”, no habría salvado a Frodo, el Anillo no habría sido destruido y Sauron se habría apoderado de la Tierra Media. Pero en vez de eso, actuó de una manera verdaderamente heroica. Y así es como Samsagaz Gamyi, un simple jardinero hobbit, acabó transformándose en un héroe más grande que Beowulf, Arturo, Beorhtnoth y todos los grandes hombres de antaño.
No lo puedo evitar. Mi lugar está al lado del señor Frodo. Es necesario que lo entiendan… Elrond y el Concilio, y los grandes Señores y las grandes Damas, tan sabios todos. Los planes que ellos trazaron han fracasado. No puedo ser yo el Portador del Anillo. No sin el señor Frodo.
Por eso, también podemos imaginarnos las palabras Beorthwold en boca de Sam:
“La decisión debe ser más firme, el corazón más audaz
el ánimo más grande; cuanto menor nuestra fuerza.
Aquí yace nuestro señor, todo descuartizado,
un hombre excelente, sobre el polvo: siempre lo lamentará
el que ahora piensa en abandonar esta lucha.
Soy viejo en años: no deseo alejarme
sino que pienso morir aquí junto a mi señor,
junto a mi amado señor”.
Atentamente,
La doncella de Ithilien
Bibliografía:
Alexander, M. J. (2013). «The battle of Maldon». En The earliest English poems. Penguin Classics.
Tolkien, J. R. R. (2012). El Señor de los Anillos: El retorno del Rey. Booket.
Tolkien, J. R. R. (2012). El Señor de los Anillos: Las dos torres. Booket.
Tolkien, J. R. R. (1977). The homecoming of Beorhtnoth, Beorhthelm’s son. En Tree and leaf; Smith of Wooton Major; The homecoming of Beorhtnoth, Beorhthelm’s son. Unwin Books.
Anónimo. La Batalla de Maldon. Traducción propia del inglés moderno desde https://oldenglishpoetry.camden.rutgers.edu/battle-of-maldon/, https://web.archive.org/web/20090930182839/http://faculty.uca.edu/jona/texts/maldon.htm, http://www.battleofmaldon.org.uk/poem-1.html.