En busca de la felicidad

«Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo. Ni siquiera yo. Si tienes un sueño, tienes que protegerlo. Las personas que no son capaces de hacer algo por ellos mismos, te dirán que tú tampoco puedes hacerlo. ¿Quieres algo? Ve por ello y punto.» (En Busca de la Felicidad, 2006).

«En busca de la felicidad» está protagonizada por el emblemático Will Smith que da vida al personaje de esta historia, Chris Gardner, quien cuidando a su hijo, interpretado por Jaden Smith, hijo de Will, y a pesar de todos los obstáculos y pruebas sigue adelante con la esperanza de lograr superar el duro momento por el que pasa.

Pese al drama, nuestro querido personaje se adentra en la lucha por ser feliz, lo que nos lleva a pensar que, al fin y al cabo, todos estamos constantemente buscando ser felices ya que, como sabemos, hemos sido creados para la felicidad. Ese es nuestro destino: ser felices para siempre.

Es interesante reflexionar sobre esto porque todas nuestras acciones tienden, en definitiva, a conquistarla. Bien encaminadas o no, buscamos saciar lo más profundo de nuestra alma. Y he aquí la cuestión ¿qué es capaz de saciar esa búsqueda que realiza toda persona?

Si, ya sé que estamos en la era de la imagen, y que seguramente hayas entrado a ver este a artículo por Instagram, donde todo es sonrisas y gente pasándola bien, pero aunque muchos ríen, disfruten de pasatiempos y entretenimiento, no dan muestras de haber conquistado la felicidad. Más bien pareciera que están huyendo de sí mismos. Un síntoma claro de esto es el rechazo, tan difundido en la actualidad, del silencio que tarde o temprano nos lleva a dar con nuestra propia realidad. Ojalá te sirva este momento, tan fugaz, para reflexionar un poco.

Quiero destacar una cita de Lewis, de su libro Mero Cristianismo: «…no tiene sentido pedir a Dios que nos permita ser felices «a nuestra manera», sin tener que preocuparnos de la religión. Dios no puede darnos la felicidad y la paz fuera de Él, simplemente porque fuera de Él no existe tal cosa.» (Lewis, 2017, p. 60) Siempre brillante nuestro querido autor, y nos invita a volver sobre nosotros mismos, en un rato de oración, por ejemplo, para encontrar al único que puede llenarnos totalmente, más allá de la tristeza y el cansancio.

Por todo esto entendemos que ser felices es ser esperanzados, teniendo nuestra alegría raíces en la cruz, es decir, mirando al cielo, a la felicidad eterna. Y el ser esperanzados nos lleva a soñar constantemente, con ilusión. Es por eso que un buen ejercicio es pedirle a Dios la capacidad de soñar, de volver a soñar a pesar de los pesares. Y siempre que pienso en esto me resuena otra frase de un santo al que le tengo mucha devoción, San Josemaría Escrivá nos dice lo que tanto repetía: “Soñad y os quedareis cortos”, si nuestra ilusión se la contamos a Dios, lo ponemos todo en sus manos, solo nos queda maravillarnos ya que al momento de ver cumplido eso que tanto queremos va a ser infinitamente mejor.

Me parece buena la idea de ver la historia de Chris Gardner más allá del éxito económico, que obviamente es importante, pero no todo se reduce a ser “ricos” en lo material. Se resalta obviamente el espíritu emprendedor y la historia nos sirve como ejemplo de que el esfuerzo y la dedicación tienen siempre su recompensa (ya sea en esta vida o en la eternidad), pero de nada nos sirve si no estamos llenos en el interior, por eso se nos invita constantemente a vivir la pobreza, donde quizá el mejor ejemplo, ya acercándonos a la Navidad, lo vemos y vivimos en el pesebre de Belén. Pobreza que significa ser desarreglados o desganados sino vivir desprendidos dándole a cada cosa su verdadero valor.

El hijo del protagonista, Christopher Gardner Jr., durante uno de los constantes viajes a pie por la ciudad le cuenta a su padre el siguiente chiste:

Había una vez un hombre que se estaba ahogando. Un barco pasó y trató de salvarlo, pero él dijo «no gracias, Dios me salvará». Otro bote intentó salvarlo pero él dijo «no gracias, Dios me salvará» y se ahogó. Cuando llegó al cielo dijo «¿por qué no me salvaste Dios?» y Dios dijo: «¡Te envié dos barcos, tonto!». (En Busca de la Felicidad, 2006).

Cuántas veces se nos presentan oportunidades y ayudas y no somos capaces de reconocerlo o aceptarlo. Nuestra alegría está fundamentada en algo eterno, por lo que no buscamos solo un momento de felicidad, queremos más, y está bien, pero también implica trabajo y perseverancia, un día y otro centrándonos en lo más importante. Manteniendo una mirada sobrenatural, divina. Ahí se encuentra el gran secreto a voces de los cristianos, saber darle un sentido al sufrimiento, a la cruz, que debemos aceptarla y ofrecerla.

Hay ciertos antídotos que no fallan para vivir parte de esa felicidad eterna. Y encontramos que ser agradecidos y valorar los pequeños momentos ensanchan nuestra alma en la medida que lo practiquemos. No por nada Tolkien a través de Thorin nos dice: “Si muchos de nosotros dieran más valor a la comida, la alegría y las canciones que al oro atesorado, este sería un mundo más feliz” (Tolkien, 2014, p. 295).  Cuántas veces nos preocupamos por cosas tan absurdas. Podríamos confirmar que un corazón que agradece es un corazón que crece, siempre.

Obviamente, no me queda más que recomendar ver esta gran historia. Como película te hace llorar, reír y, creo yo, deja un mensaje muy positivo. Además, nuestro querido personaje logra que nos identifiquemos con él y su camino hacia el “éxito”. Pero no nos olvidemos que nuestra vida va más allá de una película, y un día no muy lejano, cuando nuestro viaje haya concluido, gozaremos la felicidad del destino conquistado.

Por Javert el Pardo.

Bibliografía:

Lewis, C. S., Mero cristianismo, Editorial Caribe, 1977.

Tolkien, J. R. R., El Hobbit, Minotauro, Buenos Aires, 2014.

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