Cuántos niños irritados o agobiados lo gritan con toda naturalidad. Cuántas veces también nosotros quisiéramos expresarlo, con calma o como sea. Más no nos atrevemos, puesto que, como afirma Chesterton -quien recoge tal experiencia- esto significaría contradecir las convenciones actuales (cfr. Ídem). ¡¿Quién se animaría a semejante cosa?!
Existen temas susceptibles de volverse especialmente sensibles cuando las circunstancias oprimen, por ejemplo el que aquí trataremos: el patriotismo. Confieso, por ello, que escribir este artículo me ha llevado su tiempo, por lo que se vuelve justo darle comienzo con una advertencia. Esta es: amar la Patria implica necesariamente sentir, en algún momento, el aguijón del dolor.
Hay una experiencia real y profunda que Dios permite para despojarnos de falsedades y liberarnos de espejismos. Es una experiencia quizá de desierto, tal como vivió el pueblo judío, los santos en su camino espiritual, el mismo Cristo. Incluso una experiencia desgarrante, intensa, que a veces parece insoportable. Una experiencia de la que muchos han…
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